Para mis nietos Felipe, Luz María,
Estefanía, Valentino y Camilo
Las
primeras palabras que escribió, salieron volando por la ventana abierta del
cuarto, Pili se asustó tanto que para calmarla, Palín le dijo:
―Dime una
palabra Pili
La niña
sonrió y pronuncio, sol. Entonces, el libro se iluminó.
―Di otra
palabra Pili, una que te guste mucho…¡muuuuucho!
―Flor…Y
aparecieron flores de todos los colores en el borde inferior de la hoja.
―¡Más
palabras Pili…di más palabras! ―decía Palín muy emocionado.
―Perro…casa…nube…pajarito…mariposa…hamaca…tobogán.
Mientras la
niña decía las palabras, la hoja del libro iba convirtiéndose en un paisaje
maravilloso, tan hermoso que, las aves que se habían ido por la ventana,
regresaban, y cuando se posaban en el cuaderno se convertían en palabras de un
cuento.
De pronto,
Palín cerró el cuaderno de golpe…¡¡¡paf!!!…
―¿Qué pasa
Palín? ―pregunto Pili.
―Espera un
ratito hermanita, no dejes de mirar el libro, sin pestañear…
Y de
repente, el libro…¡¡¡se abrió y se volvió graaaaannnnnde!!!! Tan grande como
una pantalla de cine.
Palín tomo
de la mano a Pili y comenzaron a caminar por un sendero de piedritas
brillantes. Iban despacito, miraban asombrados ese mundo mágico, con flores de
todos los colores, iluminado por un sol de cara redonda, que les sonreía y se peinaba con un peine de viento, los rayos de oro su cabeza…
―Palín,
regresemos, mama nos va a retar porque salimos sin avisarle.
―Está bien
Pili, regresemos.
―¡Mis
amores, vengas a tomar la merienda!, oyeron decir a su mamá.
Pili salió
corriendo hacia al comedor.
―¡Hola mi
princesa!, ¿y tu hermano no viene a merendar?
―Está en su
cuarto. Mamá, ¿sabes que Palín tiene un libro mágico?
―Claro que
lo sé, Pili. Yo se lo regalé para su cumpleaños. Era mío, fue un regalado de mi
abuela cuando yo más pequeña que tu.
―¡Ay Pili,
princesita mía! ―decía la mamá mientras la levantaba en sus brazos―. No te
imaginas cómo extraño las excursiones que hacía, cada vez que abría ese libro.
—Entonces,
ven con nosotros mamá —gritó Palin desde la puerta de su habitación.
—Si mamí,
acompáñanos, —alentaba Pili—. Regresaremos antes de que venga papá del trabajo.
Esa tarde,
Palín, Pili y su mamá, entraron al libro y se fueron a recorrer los paisajes
que iban creando con cada palabra que pronunciaban.
El domingo
por la tarde, invitaron a su papá a entrar con ellos, en el libro mágico.
Y colorín colorado, este
cuento, aún no ha terminado…
Propiedad Intelectual Beatriz Teresa Bustos
Propiedad Intelectual Beatriz Teresa Bustos
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